En La Buena Vibra se respira una calma enorme donde sus exuberantes jardines, amplios salones, estatuas y monumentos budistas hacen de él un refugio de calma
Todo comenzó un martes de diciembre que —para sorpresa nuestra— no hacía frío, quizá era porque no había entrado el invierno, así que el buen clima aunado al misticismo de Tepoztlán comenzó a envolvernos desde nuestra llegada.